martes, 6 de octubre de 2015

Elite

Hace un mes que trabajo en el colegio de Sevres. Por si dije o no dije, es un colegio en donde hay varias categorias de clases.

Algunos alumnos siguen el plan normal del colegio francés (el ciclo básico uruguayo), otros integran la sección bilingüe: tienen profesores ingleses o alemanes y asisten a cursos en su otra lengua madre. Otros integran la, en vías de desaparición, sección europea, la formación francesa para aquellos que tenían buenas notas en la primaria: tienen otra lengüa extranjera a partir del primer año (aleman o español, el inglés está por default), griego o latín y más horas de matemáticas. Finalmente estan los de punta, la sección internacional, que dan una prueba de admisión y tienen todo lo que los anteriores, en una curricula de 9 horas de cursada por día.

Ahora bien.

En ese colegio no nos pagaron. Es complicado, resulta que la persona que tenía que mandar los papeles los mandó, pero los mandó tarde, pero en realidad no los mandó tarde sino que fue culpa del correo, y al final fue culpa de los que pagan (un liceo), y al final fue culpa de la chica según el liceo. La cosa es que no nos pagaron el primer mes. Entonces vino la jefa y dijo que ibamos a hacer huelga (lo propuso ella), y la directora apoyó. La directora dice que es culpa de los otros, y aunque la huelga supone por un lado que hasta los patrones apoyan a sus empleados, también demuestra la inutilidad de ser vigilante (a nadie le importa mucho si no vamos al trabajo, al final ellos mismos saben). También demuestra que la huelga no es necesariamente una medida de fuerza cuando el vínculo entre el pago y el trabajo está mediado por la tercerización: al final todos somos rehénes de la tercerización. Cuando no le ves la cara al que te paga no lo podés putear, y entonces; ¿a quién reclamás?
La huelga al final no va a hacerse porque, ante la amenaza de huelga por carta parece que nos pagan (¿y no estaba previsto pagarnos?), en fin, me quedé con las ganas.

Sevres es una ciudad en donde viven muchos extranjeros de los buenos, bancarios, diplomáticos, periodistas; eso que se da de irse a un barrio en donde poder hablar inglés. Es un barrio de viejos ricos, no como el centro de Paris que es de bobos o hipsters, en donde van los diseñadores o los publicistas, aca hay gente con hijos que se alquila por 4 o 5 mil euros una casita con jardín.
Alguien tiene que atender los super, entonces en el colegio de Sevres están los normales, que en su mayoría son negros o árabes, que juegan en el club de Sevres y que en el patio se juntan y hacen la clave cubana (la misma del candombe) y nos desafían.
Los chicos de la "internacional" (la clase) los desprecian, hablan inglés (perfecto inglés) en frente de ellos, los otros los empujan, los insultan en árabe, con una violencia más sincera, más ingenua. Entonces cada tanto hay guerras en el recreo, los chicos de la intrnacional me contaron que sus profesores les dijeron que ellos son la "elite" de Francia, los otros no me cuentan nada porque yo no hablo bien francés (de hecho se burlan). Yo no puedo hacer nada e intento.

La otra vez entré a una clase, no sé cual; un pelado de camisa decía: "lo que pasa que estos son empresarios, imagínense, aca las negociaciones son por 40 mil, 50 mil euros, don perignon, nada de mesas de negociación, restoranes, en un penhouse". Los chicos de 12 o 13 miraban el powerpoint; "tratado de Tokio", ecología.

Akram es uno de los que labura conmigo, se pasa la tarde mirando páginas de indumentaria Nike y mirando los resultados del Roland Garros (no mira el partido sino los resultados). Sandra le grita a los niños, después propone que está gorda, Alexandra es la compañera de un técnico de la B, lleva la Cosmo y yo hago los tests para ver si mi hombre ideal tiene barba. Alexandra cantaba en un grupo de Jazz, pero después del primer hijo tuvo que dejar, es macanuda y hace buenos chistes. Sandra murmura, tiene esa cosa de murmurar cualquier cosa y que parezca importante y perversa, entre lo bajo le cuenta a Dalila la vida de cada alumno. Dalila tiene un hijo, es negra, odia a los internacionales y les dice a los normales que esta bien que les peguen. Esta cansada, está muy preocupada porque no le pagan y es muy solidaria, ayuda a todo el mundo y llevó una máquina de café porque no se sostenía eso de pagar 40 centésimos en la máquina de la sala de profesores. Nostros no somos profesores.

Los alumnos de la inter me preguntaron por qué trabajaba de esto. Les dije, que qué tenía que ver, que la utilidad era un delirio, que no le den bola a sus padres, que voy a dar un taller de filosofía. Uno de la inter quería ser artista, pero su madre le dijo que no termine como su hermano, que había hecho Bellas Artes y que ahora tenía que ser profesor de educación física porque "hoy en día nadie puede vivir del arte". Yo le dije que nunca nadie pudo vivir del arte.
Yo temo y me siento impotente, y al mismo tiempo muy poco me importa.

La facultad, bien.